La visión de unas zapatillas de ballet o un tutu siempre nos despiertan el imaginario y nos hacen ver la figura estilizada de una bailarina, pero para aquellas que de pequeñas recibisteis clases de ballet normalmente, también comporta cierta melancolía. Si eres de esas personas, es que quizás ha llegado el momento de retomar esas clases y convertirte en uno de los ejemplos de apasionadas del ballet que tenemos en nuestras clases de ballet para adultos.
Pero no solo te quitarán la nostalgia,
«Las clases de ballet para adultos te aportan muchísimos beneficios»
- Mejorará tu coordinación y aumentara tu equilibrio
- Te sentirás más ágil y flexible y mejorara tu resistencia
- Te ayudará a corregir malas posturas, y notarás como tu manera de andar es cada vez más elegante
- Te mantendrás en forma de una manera mucho más divertida que en el gimnasio.
- Reducirás el estrés y la ansiedad, liberarás tensiones. Bailar levanta el estado de ánimo y eleva tu autoestima.
Nos encanta la ilusión de nuestras alumnas
En una de nuestras clases de ballet para adultos preguntamos a las chicas como fue su primera experiencia con el ballet, porque lo dejaron y el motivo por el cual han vuelto.
Muchas de ellas nos explican que han tomado clases de ballet entre los 5 y los 10 años y la mayoría empiezan por la ilusión de ser bailarinas, pero otro gran motivo es poder estar con sus amigas en la clase. Y ese también puede ser un gran motivo para apuntarte ahora, hacer nuevas amistades.
Por desgracia la mayoría abandona las clases pronto cuando son niñas, ya que requiere demasiada disciplina. Y aunque la disciplina del ballet es algo que no cambia con la edad, es evidente que de adultos somos capaces de gestionarla mucho mejor.
Otras alumnas, nos contaron que de pequeñas sus padres no pudieron apuntarlas a clases por motivos varios, pero en cambio ahora si que pueden disfrutar de sus clases de ballet.
Otros de los motivos que les ha hecho probar el ballet es para mejorar la colocación, tan importante hoy en día, en un mundo en el que pasamos tantas horas sentados, delante de ordenadores forzando malas posturas.
Pero sin duda, donde todas coinciden es en la ilusión de ponerse un mallot. Con esa pieza de ropa los problemas del día a día se consiguen encerrar en el vestuario y así poder disfrutar de cada clase y mejorar a pasos agigantados.
